Leche materna… Información médica profesional

Leche Materna

La leche humana es un fluido vivo que se adapta a los requerimientos nutricionales e inmunológicos del niño a medida que éste crece y se desarrolla.

Se distinguen: la leche de pretérmino, el calostro, la leche de transición y la leche madura.

La leche de pretérmino contiene mayor cantidad de proteínas y menor cantidad de lactosa que la leche madura. Esta combinación es más apropiada para el niño pretérmino e inmaduro, que tiene mayores requerimientos de proteínas. Sin embargo, algunos recién nacidos que nacen con menos de 1 500 g pueden requerir suplementar la LM con fortificadores que contengan calcio, fósforo y proteína. La lactoferrina y la inmunoglobulina A (Ig A) también son más abundantes en la leche de pretérmino.

La leche humana en el recién nacido pretérmino contiene los perfiles fisiológicos de lípidos y aminoácidos esenciales. Ofrece mejor digestibilidad y absorción de principios inmediatos, presencia de enzimas activas y factores antiinfecciosos, micronutrientes en cantidades fisiológicas, baja osmolaridad, especificidad de especie con biodisponibilidad única y protección frente a enterocolitis necrotizante. También promueve la maduración más rápida del tracto gastrointestinal, protege frente a infec ciones nosocomiales y mejora la función retiniana.l

La gran mayoría de los prematuros no tendrán dificultades de alimentación, ya que son capaces de amamantarse directamente del pecho de su madre desde el moment( del nacimiento.

El calostro contiene menos cantidades de lactosa, grasa y vitaminas hidrosoluble que la leche madura, y mayor cantidad de proteínas, vitaminas liposolubles (E, A, K D), carotenos y algunos minerales como sodio y zinc. El betacaroteno le confiere e color amarillento y el sodio un sabor ligeramente salado.

En el calostro la concentración promedio de Ig Ay la lactoferrina está muy elevada y aunque se diluye al aumentar la producción de leche, se mantiene una producción diaria de 2 a 3 g de Ig A y lactoferrina junto a los oligosacáridos, que también están elevados en el calostro (20 g/L). Una gran cantidad de linfocitos y macrófago (100 000 x mm3) confieren al recién nacido una eficiente protección contra los gérmenes del medio ambiente.

La leche de transición es la que se produce entre el calostro y la leche madura y su composición cambia desde el séptimo día hasta quince días después del parto Durante esos días, los niveles de proteínas, inmunoglobulinas y vitaminas liposoluble disminuyen, y aumentan la lactosa, las grasas, las vitaminas hidrosolubles y el valor calórico total.’

La leche materna madura tiene gran variedad de elementos (Tabla 3.1). L variación de sus componentes se observa no sólo entre mujeres, sino también en 1a misma madre, entre ambas mamas, entre lactadas, durante una misma mamada y de las distintas etapas de la lactancia.

COMPOSICIÓN DE LA LECHE HUMANA DE TÉRMINO (T) Y DE PRETÉRMINO (PT).

CompuestoCalostroMadura (día 28)
TPTTPT
Energía (Kcal/dL)48,751,469,770,1
Proteínas (g/dL)2,33,21,41,8
Lípidos (g/dL)1,71,64,04,0
Sodio (meg/L)22,326,68,512,6
Cloro (meg/L)26,631,613,116,8
Potasio (meg/L)16,517,415,015,5
Calcio (mg/L)214,0208,0249,0216,0
Fósforo (mg/L)110,096,0158,0143,0
Fuentes: Gross Sl et al. Nutional composion of milk produced by Mathers deliveing pretem. J Pediatric 1980; 96:641-4

Composición de la leche humana madura.

Los principales componentes de la leche son: agua, proteínas, hidratos de carbono, grasas, minerales y vitaminas. También contiene elementos traza, hormonas y enzimas.

El lactante puede regular a voluntad la composición de la leche modificando tres factores: el tiempo entre toma y toma, la cantidad de leche ingerida en cada toma y si toma un solo pecho o los dos. La concentración de lípidos en la leche materna aumenta paulatinamente a lo largo de la toma y la leche del final puede tener cinco veces más lípidos que la del principio.’

La calidad de las proteínas contenidas en la leche materna es la diferencia más importante en comparación con la leche de vaca, la proporción de proteína sérica es 70% y la caseína 30%. La caseína es una proteína con una baja solubilidad en medio ácido, por lo cual es de menor absorción. La proteína sérica se digiere mejor, y al ser más estable en medio ácido facilita el vaciamiento gástrico.

Esta proteína contiene baja proporción de fenilalanina, tirosina y metionina y alta proporción de taurina a diferencia de la caseína. La mayor cantidad de proteína sérica es la α lactoalbúmina, y en la leche de vaca es la β lactoglobulina. La lactoferrina, la lisozima y la inmunoglobulina A secretora (IgAs) son proteínas humanas específicas e inmunológicamente activas. Estas proteínas son resistentes a la actividad enzimáticoproteolítica y constituye la primera línea de defensa en el tracto gastrointestinal.

Las inmunoglobulinas de la leche materna son diferentes a las del plasma, tanto en calidad como en concentración. La Ig A secretora es la principal inmunoglobulina en la leche materna; otras como la Ig A sérica, la Ig M, la Ig E, la Ig D y la Ig G tienen elevados niveles en el calostro pero descienden en los primeros días. Una nutrición materna deficiente puede disminuir la concentración de algunas inmunoglobulinas.

Los nucleótidos y los nucleósidos tienen un rol importante en la estructura del DNA y el RNA y la leche materna contiene una gran cantidad de estos elementos.

La α lactoalbúmina es la proteína principal del suero y tiene un alto valor biológico para el niño. Su concentración depende de la cantidad de lactosa pues se sintetiza en la glándula mamaria; una de sus funciones consiste en el transporte de elementos trazas, como ácidos grasos y calcio.

La lactoferrina, además de su acción bacteriostática sobre ciertos gérmenes ferrodependientes (E. coli), contribuye a la absorción del hierro en el intestino del niño. La terapia con hierro administrada a los lactantes puede saturar los receptores para la lactoferrina e inhibir su función bacteriostática.

La lisozima tiene efecto bacteriolítico contra enterobacterias y bacterias Gram positivas. Contribuye a la manutención de la flora intestinal no patógena del lactante y además tiene propiedades antiinflamatorias. La lisozima en niveles elevados actúa sinérgicamente con la lactoferrina.

Ocho de los veinte aminoácidos presentes en la leche son esenciales y provienen directamente del plasma de la madre. El epitelio alveolar de la glándula mamaria sintetiza algunos aminoácidos no esenciales.

La taurina es un importante aminoácido libre en la leche materna que el recién nacido no es capaz de sintetizar; necesario para conjugar los ácidos biliares y como posible neuromodulador en el cerebro y la retina.

Los ácidos grasos araquidónico (C 20:4) y docosahexaenoico (C 22:6) participan en la formación de la sustancia gris y en la mielinización de las fibras nerviosas. Se forman a partir de los ácidos linoleico (C 18:2) y linolénico (C 18:3), respectivamente. Estos últimos se obtienen de la dieta de la madre. Su contenido es alrededor de 4 veces mayor en la leche humana (0.4 g/ 100 mL) que en la de vaca (0.1 g/ 100 mL).

A pesar de que los ácidos linoleico y linolénico se ven afectados por la dieta de 1a madre y por la composición de su grasa corporal, toda leche humana es rica en estos ácidos grasos poliinsaturados de cadena larga.

La leche humana es rica en colesterol. Las concentraciones plasmáticas de colesterol oscilan entre 50 y 100 mg/dL en el momento del nacimiento. El colesterol plasmático aumenta rápidamente durante los primeros días de vida independiente mente del tipo de alimentación materna. En los niños alimentados con lactancia natural se observa un incremento progresivo en el colesterol plasmático en comparación con los que reciben fórmulas artificiales.

El principal hidrato de carbono de la leche humana es la lactosa, sintetizada por 1a glándula mamaria; su concentración es de 7 g por cada 100 mL y representa 40% de valor calórico total. La lactosa facilita la absorción del calcio y del hierro y promueva la colonización intestinal con el Lactobacillus bifidus, el cual inhibe el crecimiento de bacterias patógenas, hongos y parásitos.

La lactosa está compuesta por dos monosacáridos (glucosa y galactosa) a los que se les atribuyen funciones como la síntesis de lípidos cerebrales. Además de la lactosa, en la leche humana se han identificado más de 50 oligosacáridos de diferente estructura, mucho de los cuales contienen nitrógeno. Los oligosacáridos son polímeros; incluyen glicoproteínas protectoras, ya que su estructura simula ligandos específicos de bacterias (sustancias que se unen a la bacteria y permiten el ataque a las células intestinales). Las bacterias se adhieren a estas glicoproteínas y son excretadas.

La alta biodisponibilidad del hierro de la leche humana es el resultado de una serie de interacciones complejas entre los componentes de la leche y el organismo del niño: la mayor acidez del tracto gastrointestinal, la presencia de niveles apropiados de zinc y cobre, el factor de transferencia de lactoferrina, que impide que el hierro esté disponible para las bacterias intestinales, liberándolo sólo cuando los receptores específicos se unen a la transferrina, son factores importantes para aumentar la absorción del hierro.’

El hierro de la leche humana se absorbe en 70%. Estudios recientes han demostrado que la introducción temprana de otros alimentos en la dieta del niño amamantado altera esta absorción.»

La concentración de calcio y fósforo de la leche materna es baja pero altamente biodisponible. Estos minerales en la leche materna están combinados en proteínas digeribles, además de que la leche materna ofrece un pH adecuado en la luz intestinal que incrementa su absorción.`

La concentración de vitaminas en la leche humana es óptima para el niño, pero puede variar según la ingesta de la madre. El contenido de la vitamina K es bajo en la leche materna, por lo cual se sigue manteniendo la indicación de su dosis intramuscular al nacer para evitar el riesgo de enfermedad hemorrágica en el recién nacido. El contenido de vitamina D de la leche humana es bajo (0, 15 rng/1 00 mL); esta vitamina hidrosoluble no se procesa en el tracto gastrointestinal sino a través de la piel y en presencia de luz solar.’,`

La leche humana contiene 19 diferentes hormonas gastrointestinales, entre ellas la colecistoquinina, pancreocimina, gastrina e insulina, las cuales estimulan el crecimiento de las vellosidades intestinales al incrementar la superficie de absorción y la propia absorción de calorías con cada alimentación.

Fármacos y lactancia materna.

Es importante resaltar que el paso de medicamentos a través de la leche humana conlleva a ser cautelosos que en el momento de prescribir medicamentos a la madre. Existen medicamentos comprobados que pasan a través de la leche y que podrían producir efectos secundarios en el niño.

 FÁRMACOS Y LACTANCIA MATERNA.

Permitidos durante la lactanciaUso con precaución  durante la lactanciaContraindicados durante la lactancia
AntibióticosAspirinaAntineoplásicos
AntitusígenosAlcoholAnticolinérgicos
ParacetamolAntiepilépticosAntiparasitarios
Acido fólicoAnticonvulsivantesAmiodarona 
AntihipertensivosAntivirósicosAnticonceptivos orales
GriseofulvinaDiuréticosAtropina
HeparinaAntidepresivosDiuréticos
InsulinaAtenololBromocriptina
LevotiraxinaAntihistamínicosMetimazol (antitiroideo)
NistatinaCorticoesteroidesCimetidina
SimeticanaCafeínaCiproheptadina
 BarbitúricosClemastina
 CloropromazinaCloranfenical
 AntilipémicoClorotiazida
 AnticoagulantesCocaína
 DigitálicosCodeína
 DipironaDextroanfetamina
 EfedrinaDiazepan
 IbuprofenoEstrógenos
 NoproxenoErgotamina
 PiraxicamHormona progestragénica
 Teofilina (broncodilatadores)Indometracina
  Loperamin
Fuentes: www.zonapediatrica.com (comunidad de salud infantil).

Lactancia materna y apego emocional entre la madre y el niño.

Se debe favorecer el contacto precoz de los padres con su hijo, permitiendo el amamantamiento inmediato y evitando las separaciones que interfieren este proceso natural.

Los niños nacen con la habilidad innata para encontrar el pezón, adherirse y alimentarse. El recién nacido está en capacidad de succionar el pezón de su madre desde la primera hora del nacimiento, y esta acción facilita el éxito de la lactancia exclusiva, preparándose madre e hijo para la alimentación completa, las primeras horas de la vida comienzan con el contacto piel a piel que ayuda a la madre y al niño(a) a alcanzar una alimentación óptima. Los niños que se dejan en contacto piel a piel con la madre mantienen la temperatura adecuada y pueden regular su frecuencia respiratoria y cardiaca. Lo ideal sería evitar los procedimientos que involucren la invasión en nariz, boca y garganta de los recién nacidos porque interrumpen los reflejos tempranos de succión o crean aversión al estímulo oral.

Los beneficios del contacto piel con piel del niño y la madre están ampliamente respaldados. La LM ejerce un importante papel para el desarrollo de un vínculo de apego saludable y duradero entre la madre y el hijo. La lactancia exclusiva por los primeros 6 meses reduce el riesgo de enfermedades relacionadas con el medio ambiente (diarreas e infecciones respiratorias), la malnutrición, alergias y sensibilización a algunos alimentos; el riesgo de enfermedades crónicas no transmisibles del adulto como diabetes, enfermedades cardiovasculares, oncológicas, entre otras.

Aportes inmunológicos.

El recién nacido adquiere importantes elementos inmunitarios de la leche materna mientras desarrolla su propio sistema inmunológico. Se ha comprobado por numerosos trabajos de investigación que la Ig A de la leche humana protege al niño contra la absorción de antígenos alimentarios.11

Se ha encontrado una asociación muy importante entre los ácidos grasos poliinsaturados de cadena larga y las respuestas inmunológicas a los procesos inflamatorios.

Nuevos estudios demuestran que el desarrollo de tolerancia, control de la inflamación y respuesta a la flora intestinal normal están relacionados y unidos a mecanismos inmunes específicos. Al nacer el sistema inmune es inmaduro y una malnutrición en esta etapa puede llevar a efectos negativos de la salud a largo plazo, la lactancia materna aporta nutrientes y elementos que desarrollan el sistema inmunológico en forma adecuada.`

La presencia de inmunoglobulinas, lactoferrina, lisozima y células linfocíticas vivas en la leche materna produce una protección local y general contra las infecciones. La leche materna, como órgano vivo, trasplanta al niño menor la experiencia inmunológica de su madre adulta. El recién nacido recibe inmunoglobulinas de la clase IgG a través del transporte placentario, pero las produce lentamente en los primeros meses, debido a la menor función de sus linfocitos T y B. Presenta, además, un déficit relativo de IgA, y de inmunoglobulina IgA secretora (IgAs), la cual se sintetiza en la glándula mamaria. La síntesis de anticuerpos en la glándula mamaria se realiza con información proporcionada por el tubo digestivo de la madre, a través del llamado círculo enteromamario, por migración de linfoblastos. La leche materna brinda protección pasiva y acelera la maduración, mediante los moduladores de crecimiento.

Estudios científicos demuestran que la lactancia materna ofrece una disminución en la aparición de enfermedades inmunológicas. Se ha demostrado también una reducción de la incidencia de asma hasta 50% en niños amamantados en comparación con los alimentados artificialmente.

En una revisión de la literatura de 29 estudios que evaluaron el efecto protector de la LM en el asma y las atopias, luego de estrictos criterios de selección, se analizaron 15 artículos, todos los cuales demostraron dicho efecto protector, y concluyeron que la evidencia es clara y consistente .

Kull y col. realizaron un estudio prospectivo en 4 089 niños en Estocolmo, Suecia, cuyo objetivo era determinar el efecto de la LM sobre la incidencia de enfermedades alérgicas durante los 2 primeros años de vida, y concluyeron que redujo el riesgo de padecer una o más enfermedades de posible base alérgíca a la edad de 2 años.

Mimouni y col. analizaron seis estudios que muestran un efecto protector de la LM exclusiva durante tres meses en relación con la rinitis alérgica .

En 2003 Kerkhof realizó un estudio en niños con antecedentes de madres alérgicas y demostró el efecto protector contra la dermatitis atópica de la LM durante los 3 primeros meses de vida.

Lactancia materno y desarrollo máxilofacial.

Los niños amamantados tienen un mejor desarrollo de los arcos dentales, paladar y otras estructuras faciales y presentan una incidencia menor de caries que los niños que reciben biberones. Al succionar el seno materno, el bebé establece el patrón correcto de respiración nasal y posiciona correctamente la lengua sobre la papila. El amamantamiento promueve el correcto desarrollo de las estructuras del aparato estomatognático a través del equilibrio de las fuerzas musculares de contención interna y externa.

El amamantamiento lleva a la prevención del síndrome del respirador bucal; de las patologías del aparato respiratorio; de la deglución atípica; de la mala oclusión; de las disfunciones cráneo-mandibulares y de las dificultades de fonética.»

Lactancia materna y riesgo de muerte.

Múltiples estudios demuestran el efecto protector de la lactancia materna en relación con la muerte súbita, Edmond KM y colaboradores del centro de investigaciones de Kintapipo, en Ghana, estudiaron la contribución del inicio y el tipo de la lactancia materna sobre el riesgo de mortalidad neonatal. El análisis se hizo en 10.947 RN alimentados al seno, nacidos entre julio 2003 y junio 2004. De estos niños, 7 1 % iniciaron la lactancia materna el primer día de nacidos y 1,3% al final del tercer día. De todos, 70% recibió LM exclusiva. Entre los hallazgos más importantes de este estudio se encontraron:

El riesgo de muerte neonatal fue 4 veces mayor en niños a los que se les complementó la LM con cualquier otro alimento.br>
Marcado incremento de riesgo de mortalidad neonatal con el retardo del inicio de la lactancia materna desde 1 hora hasta 7 días.

16% de las muertes neonatales podrían evitarse si todos los niños fueran amamantados desde el primer día, y 22% si la LM comenzara a la primera hora de vida 21.

Lactancia materna y enfermedades respiratorias

La fracción de la leche rica en anticuerpos tiene receptores análogos y se une a bacterias, impidiendo que éstas ingresen a las células faríngeas. Probablemente ésta es una de las explicaciones de la menor incidencia de infecciones respiratorias en niños amamantados.»

Existen múltiples estudios científicos que avalan la efectividad de la alimentación con lactancia materna y la menor incidencia y severidad de procesos infecciosos en los niños amamantados. Entre ellos señalamos, Cesar y col. en un estudio realizado en Brasil, encontraron que los que no recibían LM tenían 16,7% más posibilidades de desarrollar neumonía en comparación con niños amamantados.19 Así mismo Bachrach y col. realizaron en la India un estudio en 201 niños menores de 5 años y encontraron que los niños que recibían LM tuvieron menor riesgo de contraer infección respiratoria baja.` Algunos estudios confirman que niños sanos de países desarrollados que no recibieron lactancia materna presentan tres veces más riesgo de desarrollar infecciones graves de vías respiratorias que requieren ingreso hospitalario, que los niños que si recibieron LM.

Estudios realizados demuestran que la LM, inclusive por cortos periodos, disminuye el riesgo de episodios de otitis media durante la infáncia.12

Lactancia materna y enfermedades diarreicas

La lactancia materna ha demostrado una menor incidencia de procesos infecciosos digestivos, no solamente por la menor manipulación de los alimentos que se ofrecen al niño, menor utilización de utensilios o agua no procesada, sino además porque su composición ofrece una serie de elementos protectores que evitan la incidencia y desarrollo de enfermedades gastrointestinales. En un estudio realizado en Bangladesh, en 2007, se demostró que la prevalencia de diarrea y de enfermedades respiratorias infecciosas estaban asociadas significativamente con la ausencia de LM exclusiva. Los resultados del estudio confirmaron el efecto protector de la LM contra enfermedades infecciosas en la infancia. Sin embargo, el efecto protector de la LM contra las diarreas no es completo como lo informa Misra S y col. en Illinois, quienes realizaron un estudio para documentar las características clínicas y el pronóstico de diarrea por rotavirus en niños menores de 1 año y encontraron que la LM exclusiva no protege contra la infección por rotavirus.»

Lactancia materna e infección urinaria.

Se ha comprobado que la falta de lactancia materna predispone al niño a la infección urinaria. La LM contiene oligosacaridasas que se eliminan a través de la orina, las bacterias patógenas compiten con ellas disminuyendo la bacteriuria y por ende el riesgo a la infección .14

Lactancia materna e inteligencia

El desarrollo intelectual está influenciado por la herencia genética y factores ambientales, muchos estudios publicados coinciden en que la lactancia materna promueve la inteligencia;»-» sin embargo, estudios recientes demuestran que una variante genética (FADS2) relacionada con el metabolismo de los ácidos grasos es la responsable de la asociación entre coeficiente de inteligencia y la lactancia materna. Es importante resaltar que la variante del gen FADS2, que participa en el procesamiento de ácidos grasos, está presente en aproximadamente 90% de las personas. A pesar de lo expuesto, nunca se debe menospreciar el vínculo maternoafectivo que ofrece la lactancia materna con el niño y por consiguiente una mayor estimulación que contribuirá a un mejor desarrollo psiconeuronal.

Lactancia materna y obesidad

Existen pruebas crecientes demostrativas de que la nutrición inicial programa el riesgo posterior de obesidad. En un extenso estudio transversal en niños alemanes se encontró un considerable efecto protector de la lactancia materna y su duración frente al riesgo de obesidad en la edad escolar; este efecto protector se explica, por lo menos en parte, por la inducción de niveles menores de ganancia de peso de los lactantes.

Otros estudios confirman un efecto protector de la LM sobre la obesidad posterior. Este efecto parece ser dosis dependiente (a mayor duración de la LM, menor riesgo de obesidad), probablemente relacionado con un mejor control de la saciedad .

Lactancia materna y enfermedad inflamatorio intestinal

La enfermedad celíaca, por ejemplo, disminuye su severidad clínica y el deterioro nutricional considerablemente si se continúa la alimentación natural en el momento de introducir el gluten.11 La lactancia materna se asocia a menor riesgo de enfermedad inflamatoria intestinal .

Lactancia materna y VIH-SIDA

La primera evidencia del impacto de la lactancia materna exclusiva fue realizada en África y los resultados indicaron que ejerce un efecto protector en el intestino de los infantes, al minimizar el riesgo de transmisión del VIH vía pared intestinal; el virus adquirido durante el parto puede ser neutralizado por los factores inmunes presentes en la leche materna.

La lactancia materna exclusiva y la lactancia materna continuada son estrategias mundiales y vitales de salud pública, independientemente del estado serológico del VIH de madres y padres.

Que una madre infectada por el VIH amamante, no representa un riesgo de mortalidad adicional. Sin embargo, en los pacientes con serología positiva, todavía está en discusión si los recién nacidos con serología negativa pueden ser amamantados por una madre VIH positiva.

La lactancia materna garantiza la seguridad alimentaría en áreas con prevalencia del VIH y escasos recursos, con posterioridad a situaciones de emergencia creadas por el hombre y que impiden el suministro continuo de los productos destinados a la alimentación complementaria de aquellos lactantes que no son amamantados.

El marco de trabajo de las Naciones Unidas para la Acción Prioritaria establece lo siguiente: Cuando la alimentación de reemplazo sea aceptable, factible, accesible, sostenible y segura, se recomienda que las madres infectadas por el VIH eviten todo tipo de lactancia materna; de lo contrario, se recomienda la lactancia materna exclusiva durante los primeros meses de vida.

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