El niño hiperactivo

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Muchas veces las abundantes ocupaciones diarias y el estrés que generan impiden notar cosas que están a la vista y que, sin querer, obviamos.

La hiperactividad de los niños es considerada como normal, cuando se produce dentro de una etapa de la vida infantil alrededor de los dos o tres años.

Pero cuando ya ha pasado esta etapa en ocasiones los infantes siguen presentado, con un ascenso progresivo, una notable falta de atención y la inquietud constante los cuales son síntomas que, por lo general, los padres comentan  primero al médico de atención primaria, con frecuencia alertados por los profesores y educadores.  El hecho de que niños presenten estas características no quiere decir que tengan la condición que clínicamente se conoce como déficit de atención con hiperactividad, sin embargo, es conveniente que se acuda a un especialista, psicólogo preferiblemente, a fin de determinar si el niño presenta realmente  esta condición de tal manera de tratarlo a tiempo y evitar que se incremente a tal punto de que sea incontrolable.

CARACTERÍSTICAS MÁS NOTORIAS.

Según Isabel Menéndez Benavente, psicóloga de la “Universidad Autónoma de Madrid”, “el hiperactivo es un niño que desde que nace está  ‘dando la lata’ siendo bebé no dormía bien o lloraba mucho, era espabiladísimo y enseguida se levantaba de la cuna.  Ya ‘crecidito’ parece muy inteligente porque suele hablar mucho y con desparpajo, y aparentemente su desarrollo ha sido normal.  Simplemente es un niño insufrible al que no podemos llevar a ningún lado, agota a todo el mundo, desquicia a la familia y no ‘se está quieto’ ni un minuto”.

Explica la psicóloga que cuando empieza la etapa escolar comienzan los fracasos.  Los maestros se percatan de que no presta la más mínima atención, hasta el punto de que a veces son enviados al otorrino para realizar una audiometría porque parece estar ‘sordo’.

En la población infantil aproximadamente cinco de cada cien niños presentan este trastorno, aunque desgraciadamente la mayoría no son diagnosticados, y por ello se les trata como niños torpes, maleducados, consentidos, o simplemente caracteriales.  Se les clasifica como niños con problemas de conducta, cuando en realidad son niños que necesitan un tratamiento especial y, sobre todo y principalmente, un diagnóstico adecuado que arroje a padres y profesores una luz para que ellos se sientan menos culpables de su falta de control.

CAUSA DEL TRASTORNO.

De acuerdo a la especialista española, existen factores biológicos y genéticos.   Entre los no genéticos podemos hablar de complicaciones prenatales, perinatales y postnatales.

“Se sabe que predispone a padecer el trastorno el consumo materno de alcohol y drogas, incluso de tabaco, también influye el bajo peso al nacer, la anoxia, lesiones cerebrales, los factores genéticos y ambientales pueden contribuir a su desarrollo.  Las psicopatologías paternas, el bajo nivel económico, la marginalidad, el estrés familiar, en fin, un entorno inestable podría agravar el trastorno.

Parece que existe, ( una disfunción del lóbulo frontal y por otra parte desde el punto de vista neuroquímico existe una deficiencia en la producción de importantes neurotransmisores cerebrales.  Los neurotransmisores son sustancias químicas que producen las neuronas, es decir las células nerviosas.

PAUTAS PARA LA FAMILIA, PROFESOR Y TERAPEUTA.

 Sin duda que el especialista deberá específicamente de acuerdo a cada caso, determinar la forma en que se tratará, a través de fármacos o psicopedagogía, el problema. En lo que respecta al área sicológica existen pautas establecidas. En el ámbito familiar se aconseja tener, para con los niños hiperactivos, normas claras y bien definidas , dar órdenes cortas, y de una en una, propiciar un ambiente ordenado y muy organizado, sereno y sin gritos, reconocer el esfuerzo realizado por el niño, aumentar su autoestima, evitar ser superprotector y no dejarse manipular por sus caprichos, cumplir siempre los castigos y las recompensas ante sus acciones, darle pequeñas responsabilidades, aceptarle tal y como es, fomentar sus puntos fuertes, sus facultades.

En cuanto a la escuela, el maestro de un niño con déficit de atención con hiperactividad deberá: comprender y asimilar el transtorno del niño, sentarle en el lugar adecuado, lejos de estímulos, enfrente de el, entre niños tranquilos; darle órdenes simples y breves, establecer contacto visual con el niño , darle encargos una vez que haya realizado el anterior, no dejar que deje las cosas a medio hacer, no se le puede exigir todo a la vez, , se debe desmenuzar la conducta a modificar en pequeños pasos y reforzar cada uno de ellos. Enseñarle y obligarle a mantener el orden en la mesa, hacer concesiones especiales, darle mas tiempo en los exámenes, indicarle cuando se está equivocando por un descuido, o facilitarles un examen oral de vez en cuando para que descanse de la escritura. Se debe evitar humillarle o contestarle en los mismos términos, evitar insistir siempre sobre todo lo que hace mal.  

APRENDA A RECONOCERLOS

Síntomas de desatención

  • A menudo no presta atención a los detalles, tiene errores por descuido y el trabajo escolar suele ser sucio y desordenado.
  • Tiene dificultades para mantener la atención, incluso en los juegos.
  • A menudo, parece no escuchar cuando se le habla directamente, parece tener la mente en otro lugar o como si no oyera.
  • No finaliza tareas escolares, pasa de una actividad a otra sin terminar la anterior. No sigue instrucciones ni órdenes.
  • Dificultad para organizar tareas y actividades.
  • Evitan situaciones que exigen una dedicación personal y concentración ( por ejemplo, tareas de papel y lápiz)
  • A menudo extravía objetos necesarios para tareas o actividades ( por ejemplo, ejercicios escolares, juguetes, lápices, libros, etc.) y suelen tratarlos sin cuidado.
  • Se distraen con facilidad ante estímulos irrelevantes, pueden dejar las tareas que están haciendo para atender ruidos o hechos triviales que son ignorados por los demás (una conversación lejana, el ruido de un coche,…)
  • Son olvidadizos en sus tareas cotidianas ( olvidan el bocadillo, los deberes, la hora del partido, etc.)

Bien hemos visto los criterios que se consideran para tener un grave problema de atención, veamos ahora los síntomas de la hiperactividad e impulsividad que coexiste con la falta de atención la mayor parte de las veces.

Síntomas de hiperactividad

  • Suele mover en exceso manos y pies y se retuerce en su asiento.
  • A menudo abandona su asiento en clase o no es capaz de estar sentado cuando debe.
  • Corre o salta en situaciones en las que resulta inadecuado hacerlo.
  • Experimenta dificultades para jugar tranquilamente o dedicarse a actividades de ocio.
  • Parece estar siempre en marcha, como si tuviera un “ motor”.
  • A menudo habla excesivamente.
  • Dan respuestas precipitadas, antes de que las preguntas se acaben de formular.
  • Puede tener dificultades para aguardar su turno en cualquier situación.
  • También suele entrometerse o entorpecer los asuntos de los demás, tocan cosas que no deben, hacen payasadas…

Según el DSM IV existen varios subtipos de TDAH, según predomine la desatención o la hiperactividad:

  • Tipo predominantemente COMBINADO: Cumple los criterios de atención y de hiperactividad.
  • Tipo predominantemente HIPERACTIVO: Cumple los criterios de hiperactividad pero no llega a los necesarios de falta de atención.
  • Tipo predominantemente DE ATENCIÓN: Cumple al menos seis de los criterios de déficit de atención, pero no los de hiperactividad

El más común es el combinado y en las niñas, parece predominar el de inatención.

En los tipos combinados, la hiperactividad e impulsividad hacen que, con bastante frecuencia, sufran accidentes, puesto que no son capaces de calibrar los peligros de sus acciones.. (cruzar en rojo, patinar en terrenos no adecuados, lanzarse con la bici por una cuesta muy empinada, etc..)

Esta falta de atención y exceso de actividad suelen producir también problemas graves en el aprendizaje, aunque su capacidad intelectual sea normal o superior, y precisamente ese fracaso escolar, suele ser el principal motivo por el que acuden a consulta.

Veamos ahora algunos de los síntomas que presentan en la evaluación de su aprendizaje.

Síntomas de dificultades de aprendizaje

  • Variabilidad. Son niños que tienen amplias variaciones en sus respuestas, son los típicos niños de los que se dice “puede hacerlo porque ayer realizó perfectamente esa tarea, cuando hoy es un desastre”.
  • Retraso psicomotor, que varía desde la simple torpeza motriz hasta “ dispraxias “ importantes, es decir problemas en las nociones de su esquema corporal, del tiempo y del espacio. Dificultades que se agudizan cuando tiene que realizar algo con ritmo.
  • Trastorno del lenguaje de tipo expresivo, con vocabulario limitado y dificultades a la hora de expresarse. Problemas en el área de lectura. Dislexia.
  • Dificultades en la grafía, en la escritura: disgrafía y disortografía, porque existe una deficiente coordinación entre lo que ve y el movimiento manual, es decir, suelen presentar incoordinación visomotriz . Su escritura es torpe, con tachones, desordenada, su ortografía con múltiples faltas y confusiones…

Es evidente que, con todos estos trastornos, son niños que también presentan problemas emocionales. No es raro que tengan un comportamiento social indiscreto, sin freno, y molesto. Este descontrol, casi constante, genera desconfianza e irritación en padres y maestros, así como rechazo de los hermanos y compañeros… lo que hace que pueda ser un niño aislado.

Veamos ahora las características personales que presenta y que pueden ayudarnos a seguir clarificando este síndrome…

Síntomas personales

  • Emotividad muy variable, cambian frecuentemente de humor, pueden pasar de la risa al llanto con cierta facilidad.. son explosivos, de rabietas constantes.
  • Acentuados sentimientos de frustración, baja tolerancia ante los problemas. Insiste una y otra vez en que se realicen sus peticiones.
  • Problemas de relación con los compañeros. Desadaptación social.
  • Problemas de ansiedad, agresividad, oposición, disconformidad…
  • Algunos de ellos presentan enuresis ( pis nocturno).

Bien, una vez descritas las características que pueden presentar, aunque evidentemente no todos los niños tienen todas las alteraciones, se puede comprender perfectamente que sean niños que suelen ser el punto central de las discusiones familiares, puesto que son niños que “desquician“ fácilmente y no siempre se sabe como tratarlos, por lo que se producen constantes enfrentamientos en la familia.

La falta de atención que pone en tareas que requieren un esfuerzo suele interpretarse como pereza y además en ocasiones podemos encontrarnos con niños que tienen el trastorno, pero que son capaces de estar sin síntomas en una situación nueva, cuando existe mucho control, o ante actividades muy interesantes (como los videojuegos), lo que hace que sus padres piensen que el comportamiento anómalo es voluntario, “que para lo que le interesa sí que se fija” y esto complica aún más el problema. Estos padres no saben que existe una importante deficiencia del autocontrol, que tiene base neurobiológica, como ya hemos visto anteriormente.

Hay pues que armarse de paciencia y saber que el trastorno, que es acusadísimo en la primera parte de la infancia, suele ir mejorando con la edad, aunque existen aún alteraciones en la vida adulta, casi en una tercera parte de los casos.

Como ya hemos dicho, en la población infantil aproximadamente cinco de cada cien niños presentan este trastorno, aunque desgraciadamente la mayoría no son diagnosticados, y por ello se les trata como niños torpes, maleducados, consentidos, o simplemente caracteriales. Se les clasifica como niños con problemas de conducta , cuando en realidad son niños que necesitan un tratamiento especial y sobre todo y principalmente, un diagnóstico adecuado que arroje a padres y profesores una luz para que estos niños se sientan menos culpables de su falta de control…

¿Quiénes deben realizar el diagnóstico y cómo tratarlo? En principio, el diagnóstico y el tratamiento deben ser multidisciplinar. El examen de un psicólogo, y de un psiquiatra o neurólogo es imprescindible, porque las áreas que estos profesionales abarcan son básicas para reeducar un síndrome de déficit de atención con hiperactividad.

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