En la infancia, es relativamente común la obstrucción de los conductos lagrimales (dacriostenosis), a menudo en asociación con dacriocistitis purulenta. Tal obstrucción debe sospecharse en un lactante con una secreción purulenta del ojo cuya correspondiente conjuntiva tiene aspecto normal. Puede también presentarse una recurrencia de secreción purulenta, al poco tiempo de haber cesado una terapéutica oftálmica con antibióticos, por lo que se había pensado era una conjuntivitis.
El diagnóstico se confirma cuando una presión sobre el saco lagrimal produce una descarga de material mucopurulento.
Un oftalmólogo puede lograr una apertura del drenaje de lágrimas, introduciendo una sonda en el tracto lagrimal, procedimiento que requiere de anestesia general. Pero la misma meta puede también alcanzarse mediante una técnica no operatoria que se les puede enseñar fácilmente a los padres.
La técnica se basa en forzar el fluido remansado en el saco lagrimal a través del tracto de drenaje lagrimal obstruido. Esto se hace colocando la punta del pulgar encima del saco en el ángulo medial del ojo, con una lenta pero constante rotación del pulgar en la dirección caudal, con lo cual se incrementa la presión en la dirección hacia abajo.
Con un poco de práctica, se evita fácilmente el problema del posible reflujo de fluido, y de la presión al saco conjuntival tan pronto cese, aunque sea por un momento, la presión del pulgar. Hay que ser cauteloso para evitar por inadvertencia contacto entre la piel del bebé y la uña del pulgar. Esa técnica debe usarse 3 a 4 veces al día durante un mes antes de que usted decida que no ha ocurrido ninguna mejoría y que se tenga que remitir el caso al oftalmólogo. Teniendo en cuenta que la presión generada por el pulgar depende de la presencia del fluido en el saco lagrimal, la aplicación no se puede hacer sino una vez en cada intento; se necesitan varias horas antes de que el saco vuelva a llenarse. Pueden utilizarse antibióticos oftálmicos para controlar la infección causada por el tracto obstruido.
Tratamiento de una obstrucción del conducto lacrimal:
El tratamiento específico de la obstrucción del conducto lacrimal será determinado por el médico del niño basándose en lo siguiente:
- la edad de su hijo, su estado general de salud y sus antecedentes médicos
- la gravedad del trastorno
- la tolerancia de su hijo a determinados medicamentos, procedimientos o terapias
- las expectativas para la evolución del trastorno
- su opinión o preferencia
Afortunadamente, casi todas las obstrucciones de conductos lagrimales se curan espontáneamente y habitualmente antes de que el niño cumpla un año. Si el conducto sigue obstruido después de haber cumplido el año, el orificio del conducto puede ser agrandado con una pequeña sonda. Este procedimiento es efectivo en la mayoría de los casos, aunque puede llegar a ser necesario repetirlo. Muy pocos niños deben ser sometidos a cirugía para reparar un conducto lacrimal obstruido o anormal.
Un comentario
Interesante artículo Dr. Rondon